viernes, 24 de junio de 2011

MI VIDA ES UN SUEÑO








A veces siento como si viviera en un sueño. Un sueño en el que vivo desde que todo se vino abajo. Un sueño al que huí y en el que permanezco porque soy feliz. Y a veces, tengo miedo. Miedo de despertar y ver que nada es real. Despertar y volver a hundirme en el dolor. Despertar y ya no poder volver a dormir.


A veces, esta sensación de irrealidad me asalta cuando menos lo espero. Me veo desde otros ojos. Los ojos que pertenecen a la realidad en la que estoy durmiendo. Alicia a través del espejo. Y pienso que todo esto es un sueño, hermoso pero raro. Porque hace tres años todo era diferente. Yo era diferente. La gente que me rodeaba era diferente. Vivía en un lugar diferente. Tú eras diferente. De hecho eras otro. Y ahora vivo en otro lugar, con amigos que ya no están y otros nuevos, y soy feliz porque me quieren y sobretodo porque me dejan querer y no le parece mal mi manera de amar.


Así que hay situaciones en las que mi vida anterior intenta despertarme de este hermoso sueño y eso me asusta. Porque todo está como está. Bien. Tranquilo. Como un eterno día de verano en el que estás relajada después de comer una rodaja fresca de sandía, y sientes ese sueño espeso como melaza,y sientes que estás en paz con el mundo. Así estoy yo. Así quiero estar.


Por eso duermo constantemente este delicioso sueño. Bella durmiente actual. Y tú beso no me despertara de este sueño. Porque tu beso forma parte de él. Tú formas parte de él porque tú eres mi sueño. Así que déjame. Que Morfeo me siga acunando en este interminable sueño. Quedate conmigo en este paraiso sin amanecer. Ven, siéntate conmigo y soñemos juntos con la felicidad.


No dejes que me despierte. No dejes que nos despierten. Shhhhh es hora de soñar.

lunes, 18 de abril de 2011

SILENCIO


Odio el silencio. Odio cuando me castigan con él. Odio estar esperando en vano una palabra que llene el vacío que se ha creado entre tú y yo.

Cuando llega el tiempo en que las palabras se despiden de tus labios y vuelan altas, tan altas que ya no las alcanzo a oir, es que la hora del adiós se aproxima. Porque el silencio impuesto, buscado es una especie de agujero negro del alma que se me lleva hasta las ganas. Rebota, rebota y en tu cara explota. Y yo no tengo barrera. Así que le hago frente a pecho descubierto. Y duele. Duele tanto que no lo soporto. Lo odio.

Cuando llega el silencio, empieza el baile de máscaras. Sonrisas de cortesía, miradas esquivas. Sobretodo fingir que todo va bien. Pero tengo el alma negra porque tu silencio me la ensucia de hollín. Y lloro, lloro al amparo de la oscuridad nocturna, porque son lágrimas silenciosas, como la noche, como el silencio que las provoca.

¿Cómo puede alguien no querer hablar, comunicarse, explicar, poner palabras a los pensamientos? ¿Cómo puede alguien lanzar silencios envenenados a otra persona? ¿Cómo puede alguien querer hacer daño deliberadamente a otra persona que en otro tiempo apreció, e incluso, pudo llegar a amar?

Necesito las palabras como el aire. Porque necesito entender. Comprender. Racionalizar los sentimientos. Porque duelen menos. Porque los atrapo con el cazamariposas del pensamiento. Y si no hablas.... me estás ahogando. Ahogando en la incertidumbre. En el no saber. Y si no sé, entonces seguro que soy yo. Y si siempre soy yo, me hago pequeña y me aplasta el peso del mundo. El mundo que se despedaza y se vuelve jirones. Jirones de tristeza. Y de silencio.

El silencio me desorienta. Me pierdo por todas partes a la vez. Me pierdo a mi misma buscando un eco que no llega. Y tú, que estás ahí, me miras y callas. No sé si eso es un acto de cobardía o quizás de valentía. O indiferencia. Porque el silencio también es indiferencia. Quizás sea eso lo que más odie de todo. Saber que he dejado de importar. Y eso, me mata un poco más. Un trozo de menos de corazón, un sueño que se vuelve estrella fugaz. Adiós, gracias por estar ahí todo este tiempo.

En un océano de silencio, tiéndeme el salvavidas de tu palabra.