viernes, 24 de octubre de 2008

POESÍA


Siempre quise escribir poesía. Lamentablemente no se hacer rimas más allá del corazón-bombón. Tampoco soy capaz de ponerme a contar las sílabas que contiene cada verso, y mucho menos soy capaz de sumar líneas y estrofas que me permitan discernir entre un soneto, una oda o un clarinete. Alguien me dijo que existía una modalidad llamada relato poético, pero sinceramente, me da palo ponerme a averiguar qué es eso. Un relato que rima? Un poema relatado a modo de historia?.
Lo que yo quiero es ser capaz de hacer versos, que tengan una rima decente y que la gente, cuando los lea, se asombre de mi capacidad inherente para expresar sentimientos. Pero soy nefasta en eso. Jamás he conseguido nada mínimamente leible. Además, tengo la extraña costumbre de esconderlo todo en complicadas metáforas que sólo yo puedo entender. De manera que acabo escribiendo unos bodrios pseudopoéticos ininteligibles para todos, excepto para mí. Supongo que esa no es la finalidad de una poesía.
Una poesía es como una especie de canto a algo. Al amor, a la belleza, a la vida campestre (no se llamaba eso poesía pastoril? tendría que haber prestado más atención a las clases de lengua de EGB). Pero cantar, tampoco es precisamente ninguno de mis talentos. De hecho, cantar en mi caso es una maldición. Y eso lo puede asegurar cualquiera que me haya oido entonar más de dos notas seguidas. Eso, si lo consigo. De hecho, hay una recogida de firmas que piden que se considere por el magistrado, el considerar mis cantos de sirena como arma blanca. O al menos, ofensiva. Alguno incluso insiste en que se considere como intento frustrado de homicidio auditivo.
Y si empiezo a divagar ( que ese sí que es uno de mis talentos), me da por pensar que tal vez, el hecho de que no sepa cantar puede influir de alguna extraña manera en el hecho que no sepa rimar ni componer poesía. Imaginaos que juventud la mía. Si me enamoraba, era incapaz de componer versos azucarados sobre el amor, o sobre la persona que se había convertido en depositaria de mis anhelos hormonales. Y si me desenamoraba, destrozaba las canciones de Laura Pausini, hasta que los vecinos alarmados porque creían que estaban sonando las trompetas de Jericó, alertaban a la policía. Y eso que aún no había pasado de la primera canción. Menos mal que no me daba por Mariah Carey, porque entonces seguro que me hubieran detenido....
Pero al menos escribo. Podría componer una enciclopedia sobre el amor, el desamor, y los diferentes estados catatónicos en los que te sumerges cuando estás en ese estado febril que algunos se empeñan en llamar enamoramiento. Escribo sobre mis amigos. Y sobretodo escribo sobre aquello sobre lo que divago. No conseguiré jamás que rime, o que pueda ser poético. Jamás conseguiré componer un soneto. Y mucho menos un verso alejandrino. Ni siquiera uno moniquino. Pero mientras tenga algo que decir, escribiré sobre mi vida y sus alrededores.

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