martes, 10 de junio de 2008

Mentiras, mentiras


En la vida te cuentan muchas mentiras. Algunas duelen mucho. De otras, no descubrimos nunca la verdad. Otras vuelan ligeras y se nos meten en un ojo. Nos cambian entonces la vision que teniamos de la vida.


Algunas se usan como armas defensivas. Nos podemos defender a nosotros mismos o a los demás. Empecemos con las primeras: Son las que ocultan sentimientos o pensamientos que sabemos que nos pueden herir. La mentira las envuelve como una crisálida protectora y hacen que nos sintamos más seguros. Mentimos por miedo a que las verdades de otros puedan herirnos. Por ejemplo, decir a alguien que no se es capaz de querer y enamorarse al poco de otra persona. Las segundas se utilizan como colchón amortiguador contra la caida que la dura realidad supone. Se sueltan cuando queremos alejar sin herir. ¿A quién no le han dicho alguna vez el tan consabido, no eres tú, soy yo? Mentiras, pues claro que eres tú. No has gustado lo que deberías y sabe mal decirlo. Pero eso no quiere decir que tú tengas algo malo. No cumplir las expectativas del otro, no implica que hayas fallado. Lo que pasa es que pocas personas tienen la osadía de decirlo a la cara. Es congénito. Herencia de los prejuicios sociales.


Otras mentiras se usan como armas también. Pero estas ofensivo-defensivas. Se usan para hacer daño a los demás a la vez que nos protegemos a nosotros mismos de nuestras propias mentiras. Estas se tiran como misiles y una vez impactado en el objetivo, lo dejan todo desolado. Hacen dudar al enemigo de su propia verdad. La técnica más usada es acusar a alguien con nuestros propios defectos, de manera que crea que realmente son suyos. Podría acusar a alguien de mentiroso para ocultar con ello mis propias mentiras. No eres un buen amigo, cuando en realidad el mal amigo soy yo. Puedo girar la tortilla de tal modo que el otro acabe pensando que mis carencias de amigo se deben a la mala gestión de sus recursos personales. Se llaman también estas mentiras, manipulaciones emocionales. Hay verdaderos expertos en eso, sean conscientes o no.

También hay mentiras que tienen una función decorativa. Al contarlas, conseguimos que nuestra insípida vida adquiera nuevos matices, nuevos colores en la paleta de la vida. Son las mentiras de los aburridos, de los decepcionados. Son mentiras verdes. Porque a veces es la envidia la que las motiva. Envidia de no poder vivir aquello que a otros se les concede. De manera que adoptamos esas historias y las adornamos con esas pequeñas mentiras verdes de manera que pasa a ser nuestra. Y la contamos como si fueran originalmente nuestras. Mentiras que nos acompañan en la soledad. Crean la ilusión de tener algo que no nos pertenece en realidad. Mentiras urbanas.

Hay tantos tipos de mentiras... mentiras grandes, mentiras pequeñas, mentiras que nos consuelan, mentiras que nos dañan, mentiras que nos acompañan, mentiras que nos conducen a la soledad, mentiras que nos contamos para olvidar,mentiras compasivas, mentiras que adornan la mediocridad, mentiras que esconden verdades, verdades que esconden grandes mentiras, mentiras con sabor a chocolate, las mentiras que te cuento, las mentiras que me cuentas...

Mentiras, mentiras, la vida está llena de ellas, pero cómo saber diferenciar aquellas que nos acompañan de aquellas que nos alejan...

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