domingo, 18 de enero de 2009

MI TIA


A veces la genética tiene sus cosas. Son un poco parecidas a los caminos del Señor, misteriosas e inexcrutables. La genética quiso que, pese a ser hija de mi madre, saliera más parecida a mi tía. Ya no sólo hablo de físico, que también, sino a aspectos psicológicos, gustos y modos de ver la vida. Yo, muchas veces me he quejado que en vez de heredar la astucia de mi padre o la valentía de mi madre, haya heredado la tranquilidad y la capacidad de sufrimiento que caracterizan a mi tía.

Mi tía es una persona que puede a simple vista parecer fría o parca en palabras. Nada más lejos de la realidad. Lo que pasa es que no se por qué, en mi familia, tenemos tendencias a ser parcos en las demostraciones afectivas. La procesión va por dentro. Y las mujeres que nos desviamos hacia la rama materna, solemos ser tímidas y de una sensibilidad exagerada.

Mi tía y yo, canalizamos muchas de nuestras emociones a través de los libros. Vivimos y sufrimos un montón de historias dentro de la tranquilidad que nos aporta unos límites bien definidos. Páginas de papel que evitan que se desborde un torrente de emociones. Porque somos sensibles y el mundo a veces, es muy cruel. Y ese dolor, a veces abruma y consigue que nos derrumbemos. Aunque siempre acabamos levantándonos.

Me gusta hablar con ella. Pienso que es una persona que tiene unos valores morales muy bien definidos y unas ideas sobre la vida que me tranquilizan. Dice las cosas por su nombre y lo que es blanco es blanco y lo que es negro es negro, independientemente del foco del color. Ella ejerce el papel de perfecta madrina. Me aconseja y me guía y yo le hago caso cuando la situación lo permite. Porque los asuntos familiares que a veces tratamos son temas delicados. Secretos que son susurros entre las dos. Porque estoy segura de que si yo veo mi reflejo en ella, ella también ve algo de si misma dentro de mi. Por eso siempre me protege y me defiende, y yo me dejo defender. De vez en cuando es agradecido que alguien de la cara por ti.

Cuando dudo de mi misma, ella disipa mis incertidumbres. Mantiene una visión clara de las cosas. Las gafas con las que me empeño en ver la vida, a veces se empañan y se ensucian. Ella es mi gamuza particular. Consigue que en su casa me sienta un poco como en la mía. Y es que después de mi idolatrada abuela y sin contar con mi progenitora, es la persona a la que más quiero en el mundo.

Tengo que reconocer que a veces la miro y pienso que en esta vida yo seguiré sus pasos. Es un modelo a seguir, un ejemplo al que me aferro y pienso que es correcto. El adecuado. Una estabilidad que ha conseguido y que mantiene a pesar de los nervios. Todas sus virtudes se plasman y se observan en mis primos que, a pesar de mostrar cada uno un carácter propio y muy poca afinidad a la lectura, son unos chicos ejemplares. Buena gente. De esos que te hacen sentir orgullosos de llamar familia. Y es que con ellos, con mi tíos y mis primos me une un lazo que no muestro con otros miembros de mi familia. y quién diga que quiere a todos por igual miente como un bellaco. Ellos son mi perdición, y lo reconozco. Y para muestra, mi targeta de crédito después de que hayan pasado Reyes. Y es que para la gente que quiero, no hay dinero en el mundo que compense el afecto que les profeso.

Hace tiempo vi una foto de mi tía de joven. Le brillaban los ojos y se la veía feliz. Ahora a pesar de los años transcurridos y de los palos que nos llevamos todos en la vida, aún es capaz de mostrar ese brillo en la mirada cuando ríe y se relaja.

Mi tía es la que me da jamones en Navidad. La que pese a los años me sigue trayendo regalos para mi cumpleaños. Con la que intercambio libros e historias. Comidas en el bingo las dos solas. Paseos por las callejuelas que rodean el Ayuntamiento cuando me regalaba una visita matutina a la ciudad. Siempre mostrando esos detalles que me hacen sentir única y especial. Me da apoyo y consejo. Y eso tan sólo sirve para que uno se de cuenta que es más grande de lo que ella se pueda creer.

Es muy difícil poder corresponder a aquellos que te dan amor desinteresadamente. Siempre queda esa sensación de que podrías dar más. Pero yo les escribo. Intento vaciar el contenido de mi corazón y de mis pensamientos entre estas líneas soñando, que de alguna manera, ellos comprenden lo importantes que son para mí.

Para mi tía, la del corazón de oro. La que siempre esta ahí.

1 comentario:

Omar Ibrik Ibrik dijo...

Es abrumadoramente emocionante leerlo, sentirlo, una sobrina que siente todo esto, es mas que una sobrina.... y aunque no me mencionas para nada en tu relato, me siento super orgulloso de que hables y sientes lo que sientes hacia tu tia, que es mi mujer... con todo cariño tu tío....