jueves, 10 de julio de 2008

AMOR


Hoy toca hablar de amor. Todo el mundo tiene tantas cosas que decir sobre este concepto, que no quería perder la oportunidad de decir mi opinión al respecto.


El amor es algo abstracto, y , como abstracto que es, cada uno lo moldea y le da forma de una manera totalmente personalizada. Es casi imposible que dos personas tengan el mismo concepto sobre el amor, porque se siente, se vive y se piensa en él, de un modo único e intransferible. Porque aunque uno intente explicar la intensidad de aquello que siente, la empatía necesaria para la correcta comprensión, brilla por su ausencia. El amor es como el dolor en este aspecto: el de los demás es una nimiedad y el nuestro es el más grande jamás sentido. Y es que el amor nos vuelve egoistas, aunque nos vendan la idea azucarada que este sentimiento está unido con la abnegación hacia el objeto de nuestro deseo. "Le quiero tanto que si él/ella es feliz con otro/a, yo también soy feliz". Eso no se lo cree nadie. El rechazo produce dolor. El dolor no conlleva ningún pensamiento positivo. Lo que pasa es que socialmente queda muy bonito, y nuestra moralidad, secretamente mancillada por toda una suerte de pensamientos oscuros y nada bondadosos, queda aparentemente libre de toda culpa. Yo conozco mucha gente que dice, sí que le vaya muy bien, pero que se le caiga la picha a trozos.


Yo pienso que el amor es brutal en su esencia, tanto en lo bueno como en lo malo. Y es que el amor no se puede entender, si no se comprende su naturaleza contradictoria. Está formado por opuestos, y puedes oscilar tanto hacia un extremo como hacia el otro, o bien, si tienes suerte, quedarte oscilando en algún punto intermedio. Cuando nace, el amor es como un niño pequeño que demanda atención constante. Es voluble y exigente. Pasa de estar en aparente calma al llanto más desgarrador, y luego otra vez a esa calma. Todo es nuevo, todo asusta, todo asombra. Con el tiempo, el niño crece, y el amor madura. Se vuelve más racional, más constante, menos instintivo. Las fluctuaciones son menores. Se conoce el entorno, que se vuelve a veces anodino, pero cómodo y seguro. Aún así, la vida nunca deja de sorprendernos, y el amor tampoco. Si no, sería algo muy previsible. Y creo, que todos sabemos que el amor, precisamente no destaca por su estabilidad emocional.

El amor es un dominador cerebral. Nos obliga a hacer cosas que de otra manera nos resultarían impensables. Mover montañas, por ejemplo. He visto gente, de apariencia racional, cometer auténticas estupideces en nombre del amor. Normalmente, estas hazañas, que a nuestros ojos manipulados, nos parecen heroicas y valientes, no conllevan ningún resultado positivo, y nos suelen dejar con ese sentimiento de ridiculez una vez hemos recuperado el control de nuestros actos. El amor también nos cambia el carácter, y desarrolla en nosotros alguna especie de doble personalidad transitoria. Nos envía hacia un infierno maníaco-depresivo en el que los estados de alegría se combinan con estados depresivos, celotípicos o de total indiferencia. Incluso todo este cóctel puede presentarse en un solo día. También hace que tengamos una confianza ciega hacia ese ser amado. Confianza es vulnerabilidad. La vulnerabilidad hace que aumenten nuestras probabilidades de sufrimiento. El sufrimiento es dolor. Y vuelta a empezar el ciclo del amor. A mi, el amor transforma mi timidez en valentía para dejar claros mis sentimientos. También podría considerarse un acto estúpido, pero prefiero la palabra valiente, porque hace que me sienta un poco menos idiota. Digo lo que siento, porque el amor me mete la idea en la cabeza que la sinceridad falicilita las relaciones. Como he dicho antes, una auténtica estupidez, porque se me ha llegado a tachar de manipuladora y claro, me quedo yo pensando si el hecho de decir a alguien que le quieres ( o que te gusta, no hace falta ser tan extremistas) es sinónimo de querer manipularlo. Yo es que pensaba que la manipulación era algo que se realizaba en las sombras. O en el silencio. Pero debo estar equivocada. Últimamente me equivoco mucho. El verano debe derretir mis circuitos deductivos.

El amor nos deja ciegos a los defectos del otro, nos produce cuadros de ansiedad y normalmente, nos resulta frustante y doloroso. En los casos en que no es correspondido, nos deja con una sensación de pérdida que en ocasiones es tan devastadora que reproducimos inconscientemente todo un proceso de duelo. Y sin embargo, no podemos vivir sin él, aunque a veces aparentemos indiferencia hacia sus efectos. Lo buscamos entre las miradas de la gente, entre los amigos, entre los desconocidos que se cruzan con nosotros por la calle, en internet, en discotecas, en el supermercado... Y es que es tan sublime cuando lo encuentras y es correspondido!! Es realmente hermoso cuando recibes amor en la medida en que lo das. Cuando reconoces lo que sientes al mirar en los ojos del otro. Cuando se refleja tu alegría en la sonrisa que te brindan. Cuando cualquier pequeño gesto se convierte en el acontecimiento del día. Cuando pones esa cara de bobo que te dura días. Cuando sientes que formas parte de algo.

El amor es tan complicado. Y tan difícil... Eso no es lo que nos cuentan en las escuelas. Lo que nos cuentan cuando somos pequeños y, claramente, influenciables. Luego pensamos que el amor es capaz de sortear todos los obstáculos. Que siempre triunfa al final. Y por supuesto, que existen las medias naranjas. No nos dicen que eso sólo está reservado para unos pocos escogidos. Y mientras, seguimos soñando....

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