jueves, 17 de julio de 2008

MARIPOSAS PARA MARIUS


El otro día, mi amigo Màrius me dijo, respecto a posibles relaciones, que si no sentías mariposas en el estómago no había nada que hacer. Supongo que es verdad. Si en los albores de una incipiente relación, no sientes ese cosquilleo tan característico que anuncia la llegada del amor, posiblemente no aparezca. Casi seguro.


Las mariposas anuncian buena suerte, suelen ser portadoras de buenas noticias y a menudo se las asocia con curaciones. Yo quiero esas mariposas para mí. Me temo que mi estómago las digirió y ya no las siento revolotear como antes. De hecho, ya no las siento. Bueno, quizás estén envueltas en sus cálidos capullos, esperando el momento propicio para volver a volar. Intento ser un poco positiva, en consideración a mis amigos (Manin esto va por ti).


La primera vez que sentí mariposas, estas vinieron en bandada. Mis grandes amores siempre han sido anunciados de esta manera. Supongo que mis mariposas son de la modalidad mensajeras. O eran, a saber, este tema está en discusión. En un momento dado, una mirada, un abrazo, un gesto, o un simple movimiento, desatan la fogosidad de las miles de mariposas que tengo escondidas en algún recoveco de mi pared gástrica. Estoy convencida de que estas mariposas, mandan una especie de ondas telepáticas a todas sus convecinas que deciden ir a ver que pasa. Conclusión final, miles de millones de insectos revoloteando por mi estomágo en un sólo y determinante instante. Descarga de adrenalina que activa mi sistema límbico, el hipocampo y toda estructura relacionada con las emociones que encuentra a su paso. Y en un sólo instante. Por eso mis amores duran tanto. La impresión que origina en mi tal aspaviento de alas me marca profundamente.

He oido que cuando estás ante un gran amor, suenan las campanas y ves luces y toda una serie de acontencimientos paranormales (hay quien asegura que durante unos instantes después de besar a su amado, vio el mundo de color rosa, literalmente me refiero). A mi no me ha pasado nunca. O bien no he encontrado ese amor, o bien no soy sensible a esta suerte de efectos especiales. De todos modos, si empezara a oir campanas o ver luces, creería seriamente que estoy empezando a sufrir alucionaciones, e iría de cabeza al neurológo. Sin embargo, tengo mariposas en el estómago, que camufladas como estado nervioso, me avisan amablemente de la llegada inminente de alguien a mi vida. Como el timbre de la puerta. Cuando empiezan a moverse inquietas, ya empiezo a temer lo peor.

El problema de las mariposas, es que son unidireccionales, es decir, que actúan sólo para mí. El hecho de que sepa que una persona determinada está destinada a convertirse en objeto de mi deseo y ensoñaciones romanticoides, no implica que yo vaya a ser para ella nadie especial. De hecho, es lo que siempre me ha pasado. Cosas de la vida. Y ahí me quedo yo, con mis mariposas y convencida de que tarde o temprano, las mariposas de la otra persona despertarán ante el ruido y la insistencia de las mías. Cosa que lógicamente no pasa.

Las mariposas de Marius son las mariposas que nos venden en las películas. Que se esconden tras las letras de las canciones. Las que todas las chicas soñamos con tener. Y algunos chicos. Las que nos hacen sentir que somos capaces de volver a amar a pesar del daño que hayamos podido sufrir. Mariposas de esperanza. Las que a veces, al sentirlas cerca, nos hacen huir precipitadamente, hacia la tranquilidad que aporta la soledad. Mariposas del desengaño, del enamoramiento pueril. El amor adulto prescinde de ellas y sin embargo, las seguimos buscando. Confiar el amor a su criterio puede ser arriesgado porque son las mariposas del inconsciente. De la luna. Cuando el dolor ha hecho mella, tendemos a prescindir de su opinión y apoyarnos en la razón, aunque ellas permanecen agazapadas esperando el momento en que uno decida que ya es hora de volver a soñar. Son mariposas de agua, de sentimientos.Mariposas en el estómago para un amor de verdad.

Mil mariposas para Marius. Para todos. Cerrar los ojos y sentir sus alas, como pequeños besos, por la piel....

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