miércoles, 30 de julio de 2008

MIS OTROS YO


Soy una persona normal y corriente. Tengo cosas buenas, y también, las tengo de malas. Tengo cosas que siempre quise tener. Me faltan cosas que quisiera. Porque no somos perfectos. El éxito consiste en querer serlo.


Hay muchas cosas que me gustaría cambiar de mi. Como a todos. No soy especial en ese aspecto. Pero cuando quiero modificar un aspecto de mi carácter, utilizo una técnica que creo que es denominación de origen. Origen moniquero. Creo alter egos. Los doto de nombre e historia propias y su rasgo más característico es que en su personalidad, destaca ese rasgo que a mí me gustaría tener, y que no tengo. Así que cuando quiero mejorar algo, o necesito utilizar un recurso que no poseo en demasía (no sé, encararme con alguien, por ejemplo), imagino que soy ese personaje imaginario, e intento actuar como lo haría él. Bueno, ella, que soy una chica, aunque a algunos se les olvide (ehem, ehem). Y ya sé que a lo mejor es de locos, de locos de verdad, pero el caso es que a mí me funciona la mayoría de veces. Tengo una galería de personajes de lo más variopinto. Los saco a relucir cuando la necesidad lo requiere, aunque no dejen de ser rasgos de personalidad enmascarados de personajes, al más puro estilo de rol.


La más antigua es Eina. El nombre lo escogí porque fue mi primer personaje de rol y le tengo cariño. Eina es esa parte más instintiva, que casi siempre trato de controlar. Es Mònica cuando las inhibiciones van desapareciendo a medida que aumenta el nivel de alcoholemia. Eina es mordaz, y provocadora. Coqueta. Le encanta hablar con todo el mundo, sin timidez, con osadía. Es la reina de la fiesta. El centro de atención. No tiene pelos en la lengua, y dice lo que piensa. Lengua viperina que juega en orejas ajenas. Coje lo quiere, o si no, lo intenta. Eina es nocturna. Sólo sale a pasear en contadas ocasiones porque a la mañana siguiente, soy yo la que recoge los destrozos.


Ireth sería esa parte romántica que aún lucha por sobrevivir a pesar de mis esfuerzos porque desaparezca. Se esconde en algunas miradas, en los detalles y me susurra sueños imposibles cuando estoy distraida. Reluce en días especiales, días comerciales. Es la que espera aún rosas blancas. Se escapa de mi control, de mi raciocinio. Es transparente. Va desapareciendo con el peso de los años y las decepciones. Pero aún resiste, y se permite el lujo de sorprenderme, cuando estoy con la guardia baja.

Y por último está Icewoman, la vengadora enmascarada. La justiciera de los corazones rotos. La que planea venganzas, que le gustaría llevar a cabo. La que espera paciente su oportunidad para dejar las cosas claras. Sin pelos en la lengua. Defendiendo las cosas en las que cree. Franca, directa y justa. Valiente. Encara las situaciones, ignominiosas a veces, con una sonrisa en los labios, y las dagas en la punta de la lengua, listas para ser lanzadas al menos atisbo de insolencia. Ella es como todo superhéroe, atormentada por hechos que no puede controlar, busca su propia justicia contra los enemigos. Aquellos que osan romper un corazón, están en su punto de mira. El perdón ya no es una opción para ella.

Partes oscuras. Partes hermosas. Todas juntas forman otra yo. La yo que me gustaría ser. La que no me atrevó a ser. La que, quizás, no sería bueno que fuera. Ellas me completan, de una manera ilógica. Todos tenemos esa parte nuestra que no controlamos. Ese rasgo de carácter que se escapa en determinadas ocasiones y que, a veces, nos llega a sorprender. Eso se ve. Siempre decimos que alguien nos ha dejado sorprendidos porque no sabiamos que fuera así. Incluso nos podemos llegar a sorprender a nosotros mismos. A esta parte desconocida es a la que me refiero. Sólo que yo conozco a algunas. Las vuelvo antropomórficas. Las saco del subconsciente y las materializo. Porque puedo. Porque quiero. Porque conocer, es saber. Porque dejarse conocer, es ofrecer a los demás la oportunidad de que te descubran. De que te acepten. De que te quieran por lo que eres. No por la imagen que puedas dar. En este baile, las máscaras quedan fuera.

2 comentarios:

Emmanuel dijo...

Ummm yo no les pongo nombres pero esas diferentes caras del mismo poligono estan ahi. Y de hecho a veces te preguntas como pueden a ver cosas tan opuestas dentro de la misma persona, por que a menudo son actitudes contradictorias.

Tarin del Clan Unicornio dijo...

supongo que porque la contrariedad del ser humano forma parte de su auténtica esencia