jueves, 3 de julio de 2008

HISTORIA DEL SAPO


No sé cómo me vi envuleta en esta situación. Recuerdo sus orígenes pero no sé porqué todo se agrandó desproporcionalmente hasta este punto.

Miro hacia mi izquierda. La hechicera gitana está muy concentrada en su brujería arcana. Un sapo flota, muerto ya, en un cálido líquido viscoso que rezuma un fétido olor desde el puchero en el que se encuentra. Una gota de sudor recorre rápidamente un camino hacia el suelo por su cara, y en su loco bajar, arrastra masa de rímel del párpado, dejando como señal de paso, un amplio reguero negro. Está entonando un cántico muy antiguo, ancestral diría yo, que me tiene como hipnotizada, con la mirada fija en el infinito, pensando en qué momento perdí el control sobre mis sentimientos: si cuando te conocí o cuando te besé o... Me doy cuenta que en mi mano tengo firmemente agarrada una foto tuya. Estás sonriendo. Qué bien te queda ese traje negro! resalta la luz de tus ojos, pero nunca te lo he podido decir. Ojalá hubiera tenido el valor necesario para decirte todo aquello que nunca osé contarte. Las cosas quizás hubieran sido diferentes.

Una lágrima solitaria, la última que derramo por ti, recorre fugaz el camino, tantas veces recorrido por mi mejilla.

- Bebe- dice la gitana. Y me está ofreciendo un vaso lleno de un apestoso mejunge. Tengo miedo de mirar hacia el puchero, por si averiguo que el sapo ya no está ahí, pero más miedo me da vivir la vida sin ti. Por eso bebo, por ti.

De golpe, todo me da vueltas. Qué náuseas estoy sintiendo! Estoy vomitando? No lo sé. Sólo sé que todo me da vueltas: la gitana y su puchero, el fuego de la chabola, mi amor, tu foto, mi lágrima,... Veo un túnel en el centro del remolino y avanzo torpemente hacia él. Entro en la luz y, como en una película, veo mi vida, mi amor, te veo a ti con mis ojos de enamorada por última vez.

Estoy en la universidad, en la biblioteca. Visto con mis viejos tejanos y un suéter de hace 3 años mínimo. Llevo aún el pelo largo, despeinado como siempre. Salgo de hacer un curso informático para no sé qué . Sólo sé que me dan 3 créditos de libre elección. Salgo con amigas a fumar un cigarro. Estoy agobiada, como casi siempre. De golpe, gesticulando en la narración de algún suceso acontecido hace poco, doy un paso hacia atrás y choco contra alguien. Me giro para pedir disculpas y de golpe me siento perdida, atrapada en una mirada que emana... no sé definirlo. La boca se me seca, el corazón late desbocado, los pelos se me ponen de punta... Esos ojos! que fuerza, que misterio... El chico propietario de la mirada, me libera de su secuestro y sigue avanzando por el pasillo. Ni se ha enterado del perdón que ha salido de mis labios. Apenas ha sido un susurro.

Es viernes tarde. Salgo de clase con los viejos vaqueros y otro viejo jersey. Mi pelo enredado en un moño que sujeto con un lápiz. Mis amigos proponen ir a un bar a beber unas cervezas, ¿por qué no? Estoy sentada, hablando. En la mesa de al lado, un grupo de chicos intentan clavar el "clavelitos". Creo que es la quinta vez que la destrozan en una hora. La puerta se abre y al mirar hacia ella, mi mundo se detiene y lo que me rodea desaparece. Ya sólo lo veo a él. Todo está enlentecido: su pelo al aire, su caminar, sus ojos, su sonrisa,... Cupido está sentado a lomos de la guitarra que lleva a la espalda. Dispara sus flechas contra mi y acierta de pleno.

Mosaicos de situaciones en las que apareces fugazmente. Aquel día en el metro, aquel otro en una fiesta,... Retazos de mi historia de amor. Unos duelen, otros me hacen reir.

He cambiado exteriormente. Mis viejos vaqueros y mis viejos jerseys yacen ahora en venta en alguna tienda "Humana". Ahora visto de manera más actual, me he cortado el pelo,.. cualquier cosa con la vana esperzanza de que te fijes en mi.

Hoy hay fiesta. Me he puesto especialmente guapa porque me han dicho que vas a ir. No estoy muy convencida pero...

Estoy en la fiesta y mis ojos se dirigen continuamente hacia la puerta, pero no apareces.

Por fin llegas. Creo que me voy a desmayar, o quizás es que he bebido demasiado. Nos presentan y creo que moriré extasiada, pero... Horror! digo mi nombre tartamudeando, como una colegiala azorada. Murmuro una disculpa y me largo al lavabo corriendo. Vomito de puros nervios. Cuando vuelvo, me encuentro a un amigo con afán celestinero hablando con él. Luego, gentilmente, hablas conmigo. No eres muy extrovertido que digamos, pero eso me da igual, porque estoy más atenta a tus ojos u tus gestos que a tus palabras.

Creo que se aburre, pero sigue a mi lado. Pasa el rato, pero para mi el tiempo transcurre demasiado rápido. Hasta que llega el momento mágico. Se inclina hacia mi, me acaricia la cara. Su pelo roza mis mejillas y me hace cosquillas. Me pierdo en sus ojos y me pierdo a mi misma. Me besa. Indescriptible. Todos mis sueños hechos realidad en un instante. Sé que seré suya para siempre. Mis dedos han rozado la felicidad completa. Permaneceré atrapada para siempre en ese beso, en ese instante, en esa fiesta que en mi mente no acabará jamás. Como una cenicienta cristalizada en un recuerdo de ámbar.

Ha pasado el tiempo. Vamos juntos a una clase, pero ni tan siquiera me mira y menos me habla. El dolor de mi alma es atroz. No hay peor insulto que su indiferencia. Me paso los días suspirando y llego a una conclusión: nunca seré lo bastante buena para él. Este es un a mor corrosivo, que me destroza lentamente. Es un amor que si no se muere, acabará matándome. Ahora leo el periódico y alguien se sienta a mi lado. Es una gitana joven y, al cruzarse nuestras miradas, me dice: yo sé como pues hacé pa' olvidarle, porque si no lo hases, acabarás muy mal, chiquilla. Tiene razón. Yo ya estoy muerta y olvidada para él y ya es hora de que él lo esté para mi. Acepto.

La bruja gitana me mira con preocupación. Estoy estirada en en el suelo con una foto firmemente agarrada en mi mano. Es la foto de.. no sé de quién es. He estado llorando, lo sé, pero no sé por qué. ¿Estás bien chiquilla?. Creo que sí, pero no se qué hago aquí ni por qué siento un hueco en mi corazón. Quiero irme a casa y dormir durante un rato. La gitana sonríe y me dice que ya está. Pero ¿que está?. Y sé que me puedo ir. Estoy viviendo una pesadilla, así que me largo a mi casa, a mi mundo. Antes de salir giro la cabeza... un sapo croa encima de la mesa.


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