martes, 29 de julio de 2008

CAMBIOS


A veces, cuando empiezo a escribir, no sé qué va a salir de mis dedos. Las teclas se oprimen solas. La mente vaga libre y, por unos instantes, se desconecta de su humana prisión. Vuela sin alas. Las ataduras se sueltan. No pensar, en cierta manera, me libera a mí también. Mi mente viaja al subconsciente. Se llena las manos de niebla, con los malos recuerdos, sensaciones impertinentes, deseos frustados y recuerdos nostálgicos. Lo recoge todo y luego lo transmite a mis dedos, que a veces vuelan veloces por el teclado. A veces dudan de escribir según qué. Toda la verdad de mí queda camuflada en metáforas que son sólo para uso propio. Para el que se sienta aludido. Para el que sepa leer entre líneas. Para el que sepa leer la verdad. Mi verdad. Para el que esté dispuesto a verla.


Hoy es día de divagaciones varias. Tengo muchas ideas que me rondan la cabeza. El año está siendo movidito en varios frentes, lo que ha hecho que diversas situaciones hayan ocasionado un cambio de perspectivas. Un cambio de actitud. De valores, tal vez. Quizás hoy es día de valorar cómo ha ido esta mitad de año. A qué conclusiones creo haber llegado. Qué he variado. Cómo enfocar lo que queda hasta que acabe diciembre. Quizás es un tontería. Pero a veces, siento la necesidad de parar de andar, y tomar un respiro antes de continuar.


Ha sido un año de cambio sobretodo en las amistades. Amistades que tuve que alejar para poder vivir de más cerca. Inma se fue, y es precisamente de este modo, como la siento más cerca. Nos apoyamos tanto la una en la otra, que no nos damos cuenta y acabamos dependiendo la una de la otra. Formamos nuestro micromundo y ya no dejamos entrar a nadie más. Nos quedamos más solas, y eso sólo hace que reforzar la bola de cristal en la que estamos refugiadas. Hubo que romper la burbuja que nos envolvía, para que volvieramos a recordar que, aunque siempre nos tendremos, ahí afuera también hay vida. Vida independientemente de la otra parte. Vida para conocer. Pero qué duro es abandonar el oasis y enfrentarte a la arena ardiente del desierto. Aunque cuando la arena empezaba a quemar y creí que no sería capaz, apareció Jordi, con sus yatzhee y sus crucigramas, me cargó a hombros y, cuando me soltó, noté sorprendida que la arena era tibia. Así aprendí que hay gente que aparece y desaparece, como espejismos de bruma, para ayudarte en momentos determinados.


También se fue Xavi, pero fue diferente. O quizás no tanto. Si no eres capaz de romper un vínculo emocional con alguien, has de poner tierra por medio. Es el único camino. Si no, esos lazos invisibles que te atan no se rompen. Y no puedes avanzar. Y no puedes ver la verdad que la gente esconde. Porque no la quieres ver. Ideales que fracasan ante la realidad. De todos modos, he aprendido que hay otros caminos para desatar lazos banales. Las palabras a veces, son más contundentes que el aislamiento. La ausencia de un perdón, es más devastadora que la realidad. La mentira te puede hacer dudar. A veces sólo ves en la gente, aquello que te gustaría ver. Nadie es tan perfecto como tu corazón te quiere hacer creer. Al marcharse, yo cerré por fin esa página que no acababa de terminar y él, cerró la puerta con un portazo que hizo que se abrieran varias ventanas. Y por ahí entró Marius, dispuesto a enseñarme que los amigos de verdad existen. Que si tienes a alguien que está tu lado, puedes ser valiente. Que si te caes, hay alguien que te tiende una mano. Que algunos no somos de carne, sino de roca. Porque somos fuertes. Porque nos han roto el corazón y, hemos sobrevivido para el siguiente asalto.

Mi Neus se casó. Y ella cumplió su sueño, y me permitió ser feliz al compartirlo conmigo. Y la boda me trajo varias cosas. Los novios del pastel. El retorno de Meri. De manera que ahora volvemos a ser las tres. El triángulo de las Bermudas Santsalvadoreñas. El trío vuelve a estar completo, y eso, de alguna manera, nos hace más fuertes.

Y Desiree, siempre eterna, siempre ahí. por suerte, entre tantos cambios, siempre está la roca que permanece firme y que nos permite aferrarnos a ella, hasta que los vientos se vuelvan suaves brisas.

Gente que entra, que vuelve, que aparece, que se hace más fuerte. Gente que nos sostiene, que nos apoya, que nos quiere, que nos ayuda a avanzar. Gente que se marcha, que echamos, que se distancia, que se pierde. Gente que nos daña, que nos retiene, que nos ataca, que nos duele. Todas ellas son una vida. Todas ellas, me hacen más fuerte.

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