jueves, 1 de mayo de 2008

JAVI Y GINO


Javi y Gino son mis dos compañeros de piso. Hacen un tándem bastante equilibrado, a pesar de las diferencias de caracteres, evidentes para aquellos que los conocen bien. Pero en sus diferencias nace esa unión armónica. Lo que le falta a uno lo complementa el otro, y viceversa. Y lo que tienen en común queda potenciado.
Javi es una de esos regalos sorpresa que te reserva la vida. Cuando empecé a compartir piso con él, apenas lo conocía. La verdad es que me daba miedo. Porque uno de los rasgos de Javi, es esa apariencia fría, desapasionada, una mirada matadora, que parece capaz de leerte hasta el fondo del alma. Todo es fachada, por supuesto. Si tienes el interés suficiente ( o la oportunidad) de hablar con él durante una media hora, verás como esas reticencias se van viniendo abajo ante la personalidad arrolladora de este bailarín de contemporáneo. Es imposible resistirse a su embrujo escorpiniano. Con el tiempo se ha convertido en una persona indispensable en mi vida. Es una de esas personas que están puestas en tu camino para que te ayuden a crecer como persona, a sostenerte si te caes, a ayudarte a arreglar el mundo con divagaciones excéntricas, a acompañarte la tarde de los domingos tomando café, a darte un abrazo que vale como todos los que no te ha dado antes, a enseñarte que el arte es más que una expresión del alma, es una manera de enseñar a los demás quién eres y qué haces aquí. El me enseñó una parte de la vida que no conocía, noches de desenfreno, fiestas de pareos, tardes de coloquio, cuadros de moscas, matrimonios platónicos de cibercafé, las maravillas culinarias que se saca de la manga y que nunca me molesto en aprender, porque total, él lo hace mejor. Es un amigo, un compañero, un hermano, mi familia política, mi marido de papel, mi partenaire en tantas fiestas, mi complemento ideal, mi asesor de imagen, y consejero general. De todas las cosas que he aprendido a su lado, la más curiosa es ese acento canario que me sale cada vez que me enfado.
Gino llegó a mi vida en silencio. Él siempre tan discreto. Al principio no le presté mucha atención, la verdad. Me daba miedo que fuera otra eventualidad en la vida, de esas personas que te caen bien pero que acabas dejando de ver por circunstancias obvias. Luego sufrí el ataque de cuernos pertinente. Me roban a mi Javi. Este argentino con aires de suficiencia que odia mi minicasa, mi minilavabo con su mini plato de ducha en el que aprendimos a ducharnos a la vez que practicábamos contorsionismo, que mira con aire reprobatorio la cocina con la pica a 50 cm del suelo, reducto de la posguerra y las manchas de humedad que intentábamos tapar con cuadros de facturación casera.. este argentino me roba a mi niño. Pero eso duró poco. Nadie puede resistirse a este rubio de inmensos ojos azules, tan pacífico, tan calladito, que nunca se entera de la trama de las series que vemos y se pasa la hora importunando con preguntas que ni un vidente aventajado sabría responder ¿qué va a pasar ahora?. Con el comparto los mediodías agotadores, cuando llegamos de trabajar y no tenemos ni fuerzas para hablar. Se come esa pedazo de ensalada de lentejas, o unos sandwiches y nos apoltronamos en el sofa. Vemos programas vacíos de significado de ningún tipo, pero así evitamos pensar, porque las jornadas laborables a veces te extenuan hasta la mente, y sólo te apetece reir. Siempre nos falta algo de postre, aunque a veces nos sorprendemos con algun chocolate. Antojos del café de después de comer. Gino es muy parecido a mí en algunas cosas. Me sorprende ese aire relajado que me relaja. Me encanta la cadencia de su voz. Tiene el culo perfecto para ser tocado. Es siempre un caballero, a veces tan sólo un niño grande. Algo en él despierta la parte maternal. Quizás ese aire de desamparo, de incomprensión, cuando se da cuenta de que en vez de seguir el programa, su mente ha volado lejos de aquí. Ese afán de zapear a todas horas. Esa genialidad argentina para pronunciar ñomos en vez de nomos ( David el ñomo). Esa habilidad para entrar en mi vida y ya no salir más de ella.
Sé que un día se irán los dos y me dejaran sola. Es ley de vida, de evolución, de madurez. Es un día que temo. Me da ansiedad que después de tantos años esto acabe. Que la rutina de aparente felicidad que comparto con ellos se resquebraje como el cristal. Es una de las cosas que más miedo me da en la vida. Enfrentarme a mi misma sin su ayuda

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