viernes, 2 de mayo de 2008

JORDI


Jordi es el chico petitsuis. Más castizamente sería un yogurín, pero para mi es un petitsuis. De chocolate. Llegó a mi vida de forma absurda. El reserva que ocupa el puesto de titular en la vida, cuando uno de los jugadores principales se lesiona y ha de ser retirado. Hace tiempo, cuando ya entonces sentía curiosidad por ese chico que calentaba el asiento del bar casi tanto tiempo como yo, pregunté a Valen, ese chico cómo se llama. Levantó la ceja y me contestó, tiene novia. Qué nombre más raro. Y es que Jordi es extravagante, estrafalario a veces, siempre imprevisible, siempre sorprendente. Supe entonces que lo acabaría conociendo. Las sonrisas amistosas, dieron pie a las primeras palabras vergonzosas, y de pronto un día me encontré compartiendo horas, cigarros y cafés. Es un conversador nato. Con él se puede hablar de cualquier tema, incluso hasta de los que no queremos hablar. Todo teñido con ese aire de naturalidad, de bienestar. Llegar a casa con esa sonrisa de satisfaccion, de conversación bien hecha. Con él las tardes han sabido metamorfosearse de tediosas a genuinas. De color gris a color café. Con leche.
Chico de manos inquietas. Malabarista de zippo, de mobil, de todo aquello que se abre y cierra. El nuevo chico del escaner, siempre saltando a la palestra como reserva. No le importa, es una nimiedad. Siempre empieza como reserva para acabar siendo titular. La estrella del partido. Gana por goleada. Esas manos tocan todo y me esquivan. Curioso. Debe ser un halo de respeto mutuo, de cordialidad fingida. A veces fantaseo sobre cómo debe ser una abrazo de oso de un chico así. Porque si consigue que me olvide de la trascendentalidad del día, con un abrazo quizás consiga que olvide la inseguridad persistente. Soy chica de abrazos, qué le voy a hacer. Además nunca me ha abrazado alguien tan alto. Bueno, mi hermano. Pero eso no cuenta. Para mí, no.
Una vez me pidió que le definiera con una palabra. Horas después di con una. Supercalifragilísticoespialidoso. Es la definición perfecta. Porque él es como la coca-cola helada en un día de agosto. Sorprendente, refrescante, chispeante. Adictivo. Pasé al principio por una fase de jordosis profunda. Siempre me pasa cuando conozco a alguien interesante. Quiero exprimir todo lo que me pueda dar. Ansia de saber, ansia de tener. Pero ahora que va pasando, me doy cuenta que el mono no deja disfrutar del producto. Y el producto jordi, hay que saborearlo como un caramelo de toffe. Lentamente, dejando que vaya soltando el sabor con lentitud, hasta que te inunda la boca. Cierras los ojos y piensas lo perfecto que es ese momento.
Es integrador. Coge a todo el mundo y lo integra en su vida. Todos juntos. Amalgama de caracteres amontonados bajo un único denominador común. Y ni siquiera te das cuenta hasta que de golpe te das cuenta que conoces a más gente. Que de estar sola por las tardes, compartes mesa con 4 personas. Sonríes, bromeas, te toman el pelo, lo tomas tú. Yatzhee es una palabra mágica, significa hermandad, unión, piques absurdos, cubilete con dados, azar caprichoso. Te tacho el uno. No, mejor el 4 de un tipo.
A la semana de conocerlo me dijo, ya te he pillado el punto. Razón no le falta. Un nuu siempre consigue arrancarme una sonrisa de adolescente azorada. Reductos de antaño que aún llevo a cuestas. La esquina del adiós es nuestro lugar de despedida. Y yo instalaría allí mi casa, de fiestas para gente mayor, para retenerlo un poco más. Para extender la conversación. Porque siempre tengo la sensación de que quedan cosas pendientes por decir. Motivo de reencuentro. Relojes que no obedecen y siempre siguen marcando la hora. No se paran los malditos.
A su lado descubro muchas cosas: el eristoff black, el devil may cry, música diversa, gente nueva, esperanzas nuevas, una puerta en mitad del bosque, el jueves de los miércoles.
Chico de las mil inquietudes. Nunca para quieto. siempre hay cosas que hacer porque sus días constan de 36 horas mínimo. Mil y una actividades. Tengo suerte de que haya enconrado un hueco para mí. En mi mundo cuadriculado, él es una línea diagonal. Me desarma cuando pone voz de Constantino Romero. No lo hagas, le advierto, pero eso a él le divierte. Mil promesas y pocas cumplidas. Tiene una lista de lugares pendientes de visitar conmigo. A veces me exaspero, pero es nadar a contracorriente. Me premia mi paciencia con bolsas de caramelos. Una vez me dijo un amigo, qué puedes esperar si es un niño. Hay niños mucho más maduros que las tres cuartas partes de los adultos que conozco. Es cuestión de actitud, de sabiduría interna. Vivir la vida cumpliendo años no lo es todo, tienes que disfrutarla. Él me enseña a hacerlo. Espontaneidad fresca. Aire puro en medio de la ciudad. Mi descubrimiento único. La aguja del pajar. Un golpe de suerte maestro. Así ha sido conocerlo.
Rosa azul en un día de Sant Jordi. Con poco más se ha instalado en mi vida.

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